No bastaba asociar el nombre del
río con lo que sería el recorrido, la verdad, había que vivir la experiencia
para entonces entender que, aunque el río se llama Morichal Largo por las
palmas de moriche que acompañan sus riberas, para nosotros el nombre terminó
asociándose no sólo a eso sino al largo recorrido que realizamos durante dos días por este
majestuoso de agua dulce.
Estábamos cerca de la fecha de
carnavales y no tenía un plan concreto, pero sabía que quería conocer algo
nuevo en nuestras tierras. Pregunté a varios amigos y todos estaban más o menos
en la misma nota, a la espera que “cayera del cielo” un plan. Decidí entonces
poner manos a la obra y conseguir un destino que cumpliera con lo que yo
necesitaba: conexión con el país, desconexión de la capital y que fuese un
nuevo destino.
Fue entonces cuando me topé con
el plan de Aramis, quien me ofrecía un viaje en kayak de dos días y poco más de
50 kilómetros por el río Morichal Largo (estado Monagas), y que finalizaba en
la laguna Guasacónica. La cosa pintaba interesante, definitivamente cumplía con
lo que estaba buscando, sin embargo la distancia era un factor que me hacía
dudar, pues aunque para hacer kayak no se necesita tanta fuerza sino constancia
y técnica, pues navegar 25 kilómetros diarios no me parecía una distancia
menospreciable. El plan era ir con mi esposa y eso ayudaba, pues aunque tenía
que convencerla, el remar en un kayak doble, hace de la distancia un factor
menos preocupante, aunque para que así fuera debía asegurar que ella quedara
convencida del plan carnavalesco.
Después de entender un poco más
del recorrido, quedamos atados a la idea, y nos repetíamos constantemente que
estábamos en condiciones de disfrutar el viaje, así que nos decidimos por este
maravilloso destino. Así fue como un viernes en la noche salimos de Caracas
rumbo a Monagas, y un sábado en la mañana empezamos a navegar el Morichal.
La travesía se hace río abajo, haciendo
que la corriente juegue a tu favor y te permita avanzar aún en los momentos en
que dejas de remar para sacar la cámara, hablar con el resto del grupo, merendar
o lanzarte al río para refrescarte. Durante todo el recorrido pudimos
apreciar la belleza del río y las hermosuras que nos regalaban sus riberas.
Completados los primeros 25
kilómetros, hicimos campamento a un lado del río, cocinamos, comimos y
recuperamos energía “echando cuentos” durante la noche, sabiendo que al día
siguiente nos esperaba otro tramo que tendría una distancia equivalente.
Amanece en Morichal, el olor a
café colado me termina de despertar y después de estirarnos la flojera y
desayunar, nos montamos en nuestras embarcaciones y seguimos por el río,
remando y disfrutando de las sorpresas que nos va regalando el recorrido. El
río en algunas partes ensanchaba y en otras estrechaba, jugando con las sensaciones
que te transmitía en cada remada, y fue así, como de repente, después de pasar
un meandro, apareció este majestuoso Morichal Largo, que así solito y con fondo
de cielo, me cautivó y me regaló la oportunidad de capturarlo...
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