lunes, 6 de julio de 2015

El bulto en la alfombra






“Un mercader de alfombras vio que su alfombra más bella tenía un bulto en el centro. Se plantó sobre el bulto para achatarlo y lo consiguió. Pero el bulto reapareció en otra parte. Saltó de nuevo sobre él, y desapareció momentáneamente para reaparecer en otra parte. El mercader saltó una y otra vez, restregando y estropeando la alfombra en su frustración; hasta que al final alzó una esquina de la alfombra y vio salir una malhumorada serpiente”. (Historia sufí sacada del libro Tales of the Dervishes)

A veces los problemas que queremos solucionar parecen ser sencillos, y por ello creemos que por la fuerza podemos eliminar el bulto (problema), lo que además parece ocurrir, sin embargo, al no investigar la causa  de fondo, lo que termina sucediendo es que en el corto plazo, el problema vuelve a aparecer. 

Otra cosa que pasa cuando no dedicamos algo de tiempo a evaluar los problemas que ya nos han sucedido es que, repetimos la solución cortoplacista, es decir, volvemos a darle un tanganazo al bulto porque ya ese problema tuvo solución y la aplicamos de nuevo. En este caso el problema es que repetimos una solución que ha demostrado no ser efectiva, pero por flojera, falta de tiempo o incluso por no querer “perder el tiempo en entender”, terminaremos generando una solución a corto plazo para que en poco tiempo el bulto aparezca de nuevo. Lo peor de esto es que al aplicar la fuerza (supuesta solución) cada vez que el bulto aparece (problema), no nos damos cuenta que terminaremos dañando la alfombra, haciendo entonces que la “solución” aplicada, además de no dejarnos ninguna enseñanza, afecta todo nuestro ambiente.

Si en vez de aplicar la fuerza, nos dedicamos un instante de tiempo a tratar de entender las posibles causas que generan el problema, aunque tardemos más tiempo, es mucho más probable que la solución a la que lleguemos sea más efectiva y definitiva, además de que podría generar ganancias importantes como el hecho de, en el caso del cuento, no dañar la alfombra, ni malhumorar a la serpiente, que vaya usted a saber qué hará si se encuentra por allí con algún otro mercader, capaz y lo muerde sin este siquiera saber por qué.

Cada vez que aparezca un bulto y no tengamos la capacidad de entender por qué se produjo, dedícale un poco de tiempo a pensar en qué podrías hacer para solucionarlo. Un golpe al bulto puede ser una solución, pero si ves que aparece de nuevo, no apliques la misma acción, pues seguirá apareciendo. Si en cambio levantas la alfombra (eliminas las capas que no te permiten ver directamente el problema), de seguro tendrás una mejor visual y podrás dar con una solución más acertada. No es que sea más fácil lidiar con una serpiente que con un bulto, de seguro que es más difícil, pero si lidias con la serpiente, el bulto desaparecerá sin necesidad de dañar la alfombra, pues tu estrategia, tu solución, estará orientada a resolver el problema real, a alejar a la serpiente de la alfombra, y no a hacer desaparecer un bulto que por arte de magia aparece cada vez que lo eliminas.  

Piensa en cada problema que afrontas como el bulto de esta historia, y cada vez que quieras solucionarlo pregúntate si estás lidiando contra el bulto o contra la serpiente que está oculta debajo de la alfombra….