“Un mercader
de alfombras vio que su alfombra más bella tenía un bulto en el centro. Se
plantó sobre el bulto para achatarlo y lo consiguió. Pero el bulto reapareció
en otra parte. Saltó de nuevo sobre él, y desapareció momentáneamente para
reaparecer en otra parte. El mercader saltó una y otra vez, restregando y
estropeando la alfombra en su frustración; hasta que al final alzó una esquina
de la alfombra y vio salir una malhumorada serpiente”. (Historia sufí sacada
del libro Tales of the Dervishes)
A veces los
problemas que queremos solucionar parecen ser sencillos, y por ello creemos que
por la fuerza podemos eliminar el bulto (problema), lo que además parece
ocurrir, sin embargo, al no investigar la causa
de fondo, lo que termina sucediendo es que en el corto plazo, el
problema vuelve a aparecer.
Otra cosa que
pasa cuando no dedicamos algo de tiempo a evaluar los problemas que ya nos han
sucedido es que, repetimos la solución cortoplacista, es decir, volvemos a
darle un tanganazo al bulto porque ya ese problema tuvo solución y la aplicamos
de nuevo. En este caso el problema es que repetimos una solución que ha
demostrado no ser efectiva, pero por flojera, falta de tiempo o incluso por no
querer “perder el tiempo en entender”, terminaremos generando una solución a
corto plazo para que en poco tiempo el bulto aparezca de nuevo. Lo peor de esto
es que al aplicar la fuerza (supuesta solución) cada vez que el bulto aparece
(problema), no nos damos cuenta que terminaremos dañando la alfombra, haciendo
entonces que la “solución” aplicada, además de no dejarnos ninguna enseñanza, afecta
todo nuestro ambiente.
Si en vez de
aplicar la fuerza, nos dedicamos un instante de tiempo a tratar de entender las
posibles causas que generan el problema, aunque tardemos más tiempo, es mucho
más probable que la solución a la que lleguemos sea más efectiva y definitiva,
además de que podría generar ganancias importantes como el hecho de, en el caso
del cuento, no dañar la alfombra, ni malhumorar a la serpiente, que vaya usted
a saber qué hará si se encuentra por allí con algún otro mercader, capaz y lo
muerde sin este siquiera saber por qué.
Cada vez que
aparezca un bulto y no tengamos la capacidad de entender por qué se produjo,
dedícale un poco de tiempo a pensar en qué podrías hacer para solucionarlo. Un
golpe al bulto puede ser una solución, pero si ves que aparece de nuevo, no
apliques la misma acción, pues seguirá apareciendo. Si en cambio levantas la
alfombra (eliminas las capas que no te permiten ver directamente el problema),
de seguro tendrás una mejor visual y podrás dar con una solución más acertada.
No es que sea más fácil lidiar con una serpiente que con un bulto, de seguro
que es más difícil, pero si lidias con la serpiente, el bulto desaparecerá sin
necesidad de dañar la alfombra, pues tu estrategia, tu solución, estará
orientada a resolver el problema real, a alejar a la serpiente de la alfombra,
y no a hacer desaparecer un bulto que por arte de magia aparece cada vez que lo
eliminas.
Piensa en cada
problema que afrontas como el bulto de esta historia, y cada vez que quieras
solucionarlo pregúntate si estás lidiando contra el bulto o contra la serpiente
que está oculta debajo de la alfombra….
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