viernes, 9 de junio de 2017

El juego de los colores, el juego de los números



Desde hace un tiempo, es común que, en el camino de la casa al colegio de la pichurra, juguemos a algo. Uno de los juegos más comunes había sido el de atrapar colores. No sabemos cómo pero a la pichurra se le escaparon todos los colores y entonces ella empieza a buscarlos, no sólo nombrando el color, sino que también dice dónde lo consigue: Papá el azul lo conseguí en el cielo, papá el blanco en las nubes y así va agarrando uno a uno los colores, para luego guardarlos de nuevo en su bolsillo. El juego fue evolucionando un poco, en una etapa la pichurra buscaba un color pero luego papá también tiene que buscar un color, y luego cambió otro poco, ella nombraba un color y yo debía conseguirlo y viceversa. 

Sólo algunas veces, el juego de los colores cambia sutilmente una regla: el idioma, tanto el color como el lugar en donde lo conseguimos debe ser dicho en inglés. Por supuesto que conseguimos menos colores en el trayecto, pero era igual de interesante y divertido.

El tema es que en esta semana a la pichurra se le ocurrió una nueva evolución del juego y esto ha sido un cambio significativo. Yo supongo que ella se dio cuenta que en el trayecto diario, los colores que conseguimos no cambian mucho, sean en español o en inglés, así que me dijo:

- Papá se me escaparon los números tenemos que encontrarlos!  
- Qué? los números? no serán los colores?
- No papá, lo nuuuumeros, no me oiste? 
- Ok hija, entonces busquemos los números.

El juego empezó su evolución... Primero sólo los nombraba y los guardaba, los imaginaba en la calle y los iba consiguiendo y colocando en su bolsillo, pero parece que ahora los busca de verdad, y me hace buscarlos a mí, y con ello ha logrado que cambie mi paradigma de color al paradigma numérico. 

En principio, y tal vez hasta por facilidad, yo buscaba los números en las placas de los carros que nos conseguíamos en la vía, pero la pichurra empezó a preguntarme: papá y que es placa? no veo los números no veo las placas. Tuve que cambiar la estrategia, y empezar a utilizar las señales de tránsito y publicidad que nos conseguimos en el camino para empezar a conseguirle los números que se escaparon. Ahora el problema es que ella quiere conseguir los números en orden, primero el uno, luego buscamos el dos, ahora le toca al tres, y así. Definitivamente los colores eran más fáciles, ahora estoy empezando a aprender de este nuevo juego que aún no domino (inténtenlo, de camino a su trabajo busquen los números del 1 al 20 en ese orden)

Y es que así como mi pichurra me cambió el esquema de los colores a los números, también mi cerebro tuvo que hacer el cambio. Ya todos los "atajos" que mi mente había generado para los colores (azul en el cielo, verde en los árboles, marrón el los troncos, blanco en las nubes), no servían de nada en este nueva etapa. Ahora los ojos debían aprender a buscar otra cosa, y mi mente empezar a guardar los lugares en donde se encuentran ubicados estos nuevos números para ir mejorando mi audacia en el juego. 

Pero también me di cuenta que, al empezar la búsqueda, no sólo encontré números, encontré carteles que siempre han estado allí y que yo no había notado, publicidades de tiendas que ni siquiera sabía que estaban por esa zona, e incluso señales de límite de velocidad (aquí ahora encuentro el 4) que jamás había visto. Y es que el juego de los números, al cambiar las reglas del juego (mindsets, paradigmas) ha logrado que yo vea cosas que no había podido ver antes, porque mi mente estaba totalmente enfocada en colores pero evidentemente ciega de números. 

Y es justo esa la lección que me deja mi hija con su cambio de reglas del juego: Lo que estoy viendo en la vida, puede ser por enfoque, por ley de atracción, porque es lo único que me importa o porque sólo tengo tiempo para eso, sin embargo debo estar consciente que justo por decidir ver los colores, jamás estuve preparado para jugar a los números y tuve que aprender desde cero este nuevo juego. 

No puedo culpar a mi hija por el cambio de reglas y pretender seguir jugando a los colores, al contrario, debo ser consciente que lo único constante en la vida son los cambios y que debo estar preparado para ellos, sean estos cambios simples o complejos. Y más aún, con cada cambio debo validar si mis paradigmas siguen siendo válidos o debo cambiarlos por unos que se adapten mejor a la nueva situación, al nuevo juego.

Creo que es importante que revisemos nuestra programación y nos preguntemos con cierta frecuencia si nuestros paradigmas aún son válidos de tiempo en tiempo. En una sociedad en la que todo cambia con tanta frecuencia (o está buscando que esos cambios se generen), en donde la tecnología cada vez más genera cambios importantes en la forma de vivir la vida, en donde todo los días lo que es tendencia hoy, puede no serlo mañana, en un mundo así de volátil, tener paradigmas fijos e inmutables, puede ser tan difícil como buscar números sólo sabiendo de colores. 

Se dice que Mahatma Gandhi una vez dijo: Tus creencias se convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras, tus palabras se convierten en tus acciones, tus acciones se convierten en tus hábitos, tu hábitos se convierten en tus valores, tus valores se convierten en tu destino. Lo que invito es a que revisemos si a donde nos lleva nuestra manera de pensar, es a donde de verdad queremos ir...

Que lección tan importante me dejó mi hija esta semana, ya veremos que pasará con el próximo cambio de las reglas del juego.