miércoles, 9 de marzo de 2016

Adivina el nombre del animal


Te ha sucedido que en ocasiones estás inmerso en una conversación en la que tú intentas que la otra persona te entienda y por razones varias lo que percibes es que por mucho que lo intentas, esa persona no logra entender lo que tú quieres explicar? Voy a intentar generar una discusión parecida contigo basándome en una imagen. Para ello te pido entonces que veas esta imagen que te mostraré a continuación por 5 segundos (no más que eso) y luego sigas con la lectura.










Te pregunto ahora… Qué animal viste en la imagen?


Yo me atrevería a decir que el animal que viste es un conejo, así que partiendo de ese hecho imagina que ahora tenemos que jugar el juego de “Adivina el animal”. El juego consiste en que hay una persona que irá preguntándonos, a ti y a mí, cosas referentes al animal y basado en nuestras respuestas, esa persona intentará adivinar cuál animal describimos. A esa persona no le podemos decir el nombre del animal, sólo podemos contestar sus preguntas. Como nosotros no hemos hablado, sólo vimos la imagen y reconocimos dentro de ella un animal. Entonces llega el otro jugador y nos empieza a preguntar y tu y yo empezamos a responder:


  • Es un animal grande o pequeño? Pequeño contestamos ambos.
  • Se puede comer? Si! Ambos de nuevo.
  • Tiene plumas? Tu respondes que no y yo digo que si! Nos quedamos mirando ambos y nos extrañamos. Tu sabes que los conejos no tienen plumas así que es obvio que yo no oí bien la pregunta.
  • Tiene orejas grandes? Tu respondes que sí y yo respondo que no! Nos quedamos mirando ambos y nos extrañamos. Tu sabes que los conejos tienen orejas grandes así que es obvio que yo no oí bien la pregunta, aunque te parece extraño.
  • Tiene pico? Tu respondes que no y yo digo que si! Nos quedamos mirando ambos y nos extrañamos. Tu sabes que los conejos no tienen pico así que es obvio que yo no oí bien la pregunta, pero ya tu empiezas a molestarte porque yo te estoy echando a perder el juego en vez de ayudarte.
  • Ese animal salta? Tu respondes que sí y yo respondo que no, que el animal vuela! Nos quedamos mirando ambos y nos extrañamos. Tú te molestas y me preguntas por qué demonios estoy confabulando en tu contra en el juego, en vez de ayudarte?

Después de que esto sucede, la conversación puede llegar a cualquier parte, pero me concentraré en lo que desde mi punto de vista son el camino más común y el menos común que se podrían generar ante este escenario:

  • Respuesta reactiva: Como que confabulando? Tu estás loco? Yo no estoy confabulando nada, parece que tú eres el que no quieres que la otra persona adivine dándole esas respuestas tan raras que no describen en lo más mínimo al animal de la figura? Y tú me respondes: cómo que no si he sido lo más acertado con las respuestas… Son tus respuestas las que están fuera de orden… Y así continuamos por una rato, discutiendo de manera cada vez más fuerte, buscando entender por qué el otro “está haciéndome trampa”.
  • Respuesta indagatoria: Yo no reacciono con molestia a tu molestia sino que te pregunto: por qué tú dices que el animal salta, tiene orejas grandes y no tiene pico?  A lo que me responderías algo como: porque esas son las características del conejo, el animal de la figura. Imagina que ahora yo te diga, que ahora entiendo tus respuestas pero yo no describía a un conejo, porque el animal que yo vi era un pato. (Si viste el pato primero y no el conejo, imagina la conversación a la inversa. Si aún no ves el pato, te dejo la imagen con otra inclinación para ayudar a que lo veas, para que cambies la perspectiva)





Lo más común es que en algún momento la respuesta reactiva (que creo es la más común) se termina decantando en que tu veías a un conejo y yo veía a un pato, sin embargo, el tiempo que se invierte, las palabras que se dicen y la molestia que se genera entre ambos es muy fuerte, y normalmente termina siendo una discusión que pasa a ser una lucha de poderes acerca de quién está haciendo trampa en el juego y nunca busca entender por qué describimos animales diferentes. En algún momento pasa que nos damos cuenta que tu hablas de un conejo y yo de un pato, pero eso ya no es el tema de la conversación, ya distorsionamos la discusión a una más acusativa en la que estamos seguros que el otro nos “echaba la partida pa´tras”.


Lo menos común es que uno de los dos haga una pausa y, debido a las respuestas que estamos dando ante la misma pregunta, se dé cuenta de que el animal que yo vi es distinto al que tu viste, y que en vez de levantar el prejuicio de tramposo, se aparte un instante de su propio punto de vista e intente indagar en las razones por las cuales hay esta diferencia en las respuestas, al punto que incluso cambie su perspectiva, e incline la imagen, para hacer el esfuerzo de ver lo que tú ves.


En este ejemplo es más o menos fácil de ver, de hecho, si ya conocías la figura, puede que hayas visto los dos animales, sin embargo, en situaciones cotidianas, de trabajo, de pareja, de discusiones con tus hijos, supervisores, compañeros de trabajo, supervisados, etc. el “animal” al que ambos se refieren no es tan visible, y el cambio de perspectiva para entender al otro no es tan fácil como voltear el dibujo. Lo más común es que los puntos de vista de cada uno sean menos tangibles y más difíciles de mostrar. Irónicamente, hacemos menos esfuerzo por entender al otro y concentramos nuestra fuerza en defender nuestro propio punto de vista como si ese fuese el único posible, como si fuese la única posible interpretación, como si fuese LA verdad.


A veces es necesario dejar de pensar en lo que tú ves o percibes y dejar de pelear por convencer al otro que lo que tú observas es lo correcto, para empezar a indagar por qué la otra persona ve algo distinto y entender su punto de vista antes de armar un prejucio y continuar por el camino de una discusión. También será importante que luego tu hagas un esfuerzo para que esa persona también entienda tu punto de vista. Estoy seguro que, cuando ambos hayan logrado ver las dos caras de la misma moneda, podrán tener una conversación mucho más fluida, ya que no sólo entiendes tus razones, sino que también entiendes las razones de la persona con la que conversas.


viernes, 4 de marzo de 2016

El Fibonacci y todo lo que me dejó tatuado

Hacerse un tatuaje, a pesar de que es fácil en términos de decisión (o decides hacértelo o decides no hacértelo) no es tan fácil en términos de ejecución. Una vez que tomas la decisión de hacerlo, normalmente tienes que resolver otras cosas, por ejemplo: que sepas lo que quieres tatuarte, que sepas en qué lugar del cuerpo lo quieres colocar y que sepas quién será el artista al que le permitirás que ejecute una obra que es para toda la vida. No hay un orden a seguir, y no son las únicas preguntas que deberás responder, pero al menos esas 3 deben ser contestadas.

Hace poco viví la aventura de pasar por todas esas preguntas de nuevo ya que tenía ganas de agregar otro arte a mi piel, pero no tenía claridad de lo que iba a hacerme. A diferencias de las veces anteriores, esta vez no fui a una tienda de tatuajes conocida a explorar las imágenes que tenían y los estilos que preferían los artistas que allí trabajan, ni tampoco había hecho una búsqueda por significado como fue el caso del nudo celta que me hice en honor al nacimiento de mi hija. Esta vez quería algo que tuviese una forma y un significado que me parecieran atractivos y que fuesen un tatuaje totalmente para mí. Como aún no estaba seguro de lo que quería, pasar a responder las otras preguntas aún no era fácil, lo que hizo importante empezar a darle forma a esa idea distorsionada de “un tatuaje” y tratara de convertirla en una más afinada, una que pasara a ser “mi tatuaje”.

Me pasee por internet y sus imágenes, volví a buscar las de animales pero me di cuenta que un dragón ya parecía ser suficiente por ahora, así que, nuevamente recorriendo los espacios conocidos, seguí buscando símbolos celtas y vikingos, y aunque por esa corriente hay significados muy interesantes, de alguna manera sentía que nuevamente me estaba quedando dentro de lo que ya conocía y no estaba buscando algo nuevo. Pensé en alguna imagen de alguna de nuestras etnias indígenas pero no conseguí algo que fuese más allá de las imágenes que encontramos en nuestra cestería aborigen y la verdad es que es bien difícil (lastimosamente) conseguir el significado que hay alrededor de estas lindas piezas.

Durante mi búsqueda fui guardando imágenes de lo que me llamaba la atención pero casi siempre lo que conseguía pasaba a ser eliminado con el tiempo. Sólo había una que tenía guardada desde hace mucho y que siempre que la veía me gustaba, pero también me parecía que la combinación de círculos y rectas que la componían era tan complicada que me daba temor hacerlo un tatuaje. Lo icónico de la imagen es que ni siquiera había aparecido en esta búsqueda que estaba realizando actualmente, esa imagen había aparecido en el 2011 porque me llamó la atención su geometría pero no recordaba ni cómo llegó a mí y menos qué significaba. Dado que era la única imagen que había sobrevivido a lo mucho que ya había borrado, lo que decidí fue entonces plantearme el resolver la aproximación de otra manera y decidí ponerme a buscar qué significado tenía esa imagen que seguía llamando mi atención.

Después de mucho revisar la web, conseguí que la imagen tenía nombre, se llamaba el cubo de Metatrón y pertenece a un grupo de figuras que se conocen como figuras de la geometría sagrada. Fue allí cuando pasé de lo general a lo específico, y aunque varias de estas me llamaban la atención, todas me seguían pareciendo lo suficientemente complicadas como para convertirlas en mi tatuaje. 

Se dice que cuando te trazas un objetivo y lo visualizas, en el cerebro se generan un sinfín de procesos que logran que ahora puedas observar con más claridad cosas relacionadas con tu objetivo, a las que antes no prestabas atención. No sé si tienes hijos pero cuando te enteras que estás embarazada o “embarazado”, en la calle empiezas a observar que todas las mujeres lo están, que todo el mundo tiene hijos, que todos usan un coche distinto, que todas las tiendas venden cosas para bebés y que todo eso que antes no habías visto (pero que estaba allí) ahora lo puedes percibir. Ese mismo “despertar” sucedió en el momento en que la idea del tatuaje ya tenía forma de geometría sagrada, pues de allí en adelante vi muchísimos tatuajes que contenían una o varias piezas de este grupo geométrico.

Revisando las piezas de artistas me di cuenta que habían varios que hacían este tipo de tatuajes pero no había alguno que resaltara en particular, hasta que di con la artista que llamó mi atención: Esther y su Tatuajería. Cuando vi las piezas realizadas por Esther, me di cuenta que tenía varias dedicadas al espiral de Fibonacci, una de las figuras que me llamaba la atención. Lo que veía era que sobre la espiral agregaba casi cualquier imagen artística, hojas, árboles, animales, galaxias o caracoles, haciendo que mi imaginación agregara imágenes alrededor de mi propio espiral. 

En ese momento tuve la sensación que había respondido otra pregunta, también había llegado a lo que parecía ser la artista que quería. La tercera pregunta fue respondida al momento de imaginar la forma de espiral, pues el Fibonacci podía ir colocado en un brazo o una pierna. Decidí entonces escribirle a Esther para seguir profundizando en los detalles, que terminaron convirtiéndose en la fecha y hora para mi cita en la tatuajería.

Después de conocerla, el día de la cita, me comentó que seguía dibujando algunas ideas que me ayudarían a visualizar lo que ella tenía en mente, hasta que me dijo que quería dibujarme la base del Fibonacci en la pierna y luego hacer trazos libres sobre dicho espiral (tatuaje estilo freehand o libre), ya que pensaba que sus ideas fluían mejor de esta manera. Debo confesar que no es fácil tomar la decisión que un artista haga un tatuaje en estilo libre sobre tu piel, ya que es difícil que puedas observar con claridad cuál es la idea final del tatuaje, pero cuando el artista tiene claro que para su cliente esta decisión no es sencilla y se esfuerza por ir dibujando, mostrando y construyendo con las ideas de ambos, y cuando tienes claro que el artista que escogiste tiene una marcada destreza en ese estilo y te permites confiar, el resultado que obtienes es que el tatuaje fluye con una combinación súper interesante que se transforma en una creación única y especial.


Esa primera sesión siguió su camino, transformando la idea en arte tatuado sobre mi pierna, una idea que en conjunto nació y que Esther pudo llevar a cabo, aunque no se terminó ese día. La segunda sesión está próxima a empezar y estoy seguro que estará llena de creatividad y tinta que permitirán que el Fibonacci concluya como nunca me lo habría imaginado.



El Fibonacci, además de que se me queda tatuado en la piel, también me dejó otras cosas importantes de aprendizaje, que espero que queden tatuadas en mi mente y espero que de alguna manera en la de ustedes:

  • No importa cuánto quieras algo, si no lo visualizas y no actúas en consecuencia para alcanzarlo, será muy difícil que logres obtener lo que deseas: Cuando tu "tatuaje" (objetivo) está claro, y tu mente está activa trabajando en lo que necesitas para alcanzarlo, te darás cuenta que las cosas empezarán a suceder y eso que sucede te permitirá que poco a poco te acerques a lo que quieres lograr. Hay personas que consideran que cuando eso sucede, el universo se confabula para que alcances lo que quieres, hay quienes dicen que tiene que ver con un fenómeno más parecido a la física newtoniana y que lo que realmente sucede es que las acciones que realizas para alcanzar tu objetivo generan reacciones asociadas a lo que quieres lograr. Hay otros que creen en que si pones toda la energía positiva en ese algo que quieres, de alguna manera empiezas a atraerlo. En cualquiera de los casos, en cualquiera de las creencias hay algo común: tienes que visualizar “el tatuaje” que quieres y tienes que hacer cosas para que se haga realidad.
  • Si hay algún problema que no consigues solucionar, algo que te tiene trancado, lo mejor que puedes hacer es intentar resolver el problema desde otra perspectiva: Así como cuando mi búsqueda era incierta y no atinaba a conseguir “el tatuaje” que buscaba y cambié de perspectiva empezando a indagar sobre el cubo de metatrón, de esa misma manera es posible que en cualquier problema que afrontas, si siempre te consigues con el mismo obstáculo, tal vez es el momento de buscar una solución distinta, de pensar sobre el problema de otra forma, de buscar otra manera de obtener una solución. Al cambiar tu perspectiva notarás que hay otras opciones, que el problema tiene otras aristas y que hay otra manera de conseguir “el tatuaje” que buscabas.
  • En la vida siempre conseguirás gente que es experta en lo que hace y que te puede ayudar a conseguir lo que deseas, si es así, debes darte el permiso de confiar: De nada sirve encontrar a un experto en algo y estar preguntando a cada momento que es lo que está haciendo y por qué lo hace de esa manera, ya que, además de perder un tiempo importante en explicaciones, automáticamente te conviertes en un foco de ruido para la ejecución de lo que tu mismo deseas que se haga. Entonces, asegúrate de haber escogido bien antes de empezar, pero después de que el artista empiece a tatuar, deja que la musa aparezca y “el tatuaje” fluya.