domingo, 29 de abril de 2018

Mis dos primeras cumbres internacionales



Primera parte, toda aventura tiene un pre-principio

La aventura empezó con la búsqueda de un destino y conseguir algún guía u operadora turística que me permitiera llegar hasta el destino elegido.

Buscando entre distintos lugares a visitar en este país, conseguí la opción de conocer a la artista de tatuajes ancestrales más antigua de Filipinas, pero para la época que se haría el viaje aún yo no tenía mis papeles filipinos, sin ellos, prefería no salir de la capital. No se pudo dar el viaje aunque uno de mis dos primeros objetivos ya se había logrado: conseguí a un guía turístico, y con el empecé a ponerme de acuerdo para otros destinos.

Semanas después finalmente, llegaron mis papeles y me puse en contacto con el guía para validar qué destino tenía disponible en su agenda. El viaje era para ir a conocer las montañas de Timbak (9na más alta de Filipinas) y Tabayok (6ta o 7ma más alta de este país [aún en discusión]). Sonaba interesante pero debido a que la mayoría de mis implementos de camping se quedaron en Venezuela, tuve que revisar qué tenía disponible y que era lo mínimo que debía llevar al viaje. Por suerte lo más imprescindible era un sleeping bag y aunque me costó varios días, conseguí uno medianamente bueno y no tan costoso, además de otro par de accesorios para hacer del viaje más cómodo.

Una vez conseguido los implementos , decidí confirmar mi asistencia al viaje sólo 4 días antes. Lastimosamente no iría con nadie conocido, pero aún así me disponía a asistir a esta aventura en grupo, y a su vez en solitario.

Segunda parte, de Manila a la primera montaña y de alli al campamento base

El viernes en la noche empezó el periplo… Después de terminar de trabajar, camino a casa a cambiarme, agarrar mis “cachachás” y tomar un taxi hacia la estación de autobuses, donde era el punto de encuentro con el guía y el resto de los aventureros.

El terminal, lleno de gente, pero finalmente conseguí a los viajeros. Me dieron una carpa y el pasaje de bus. Hora de partida: 9:30pm, destino Baguio. El viaje hasta allá, como cualquiera en un bus. La llegada fue a las 3:00 am.

Ya con nuestros morrales en la espalda, caminamos solo unos metros en la fría ciudad de Baguio para conseguirnos con nuestro segundo transporte, un Jeepney que nos llevaría el resto del camino hasta el campamento base. Montamos los morrales en el techo, los amarramos y de ahí fuimos a un mercado local a hacer las compras que permitirían cocinar el menú planificado.

Partimos luego hacia el lugar a donde desayunaríamos. Debo aceptar que, debido a la diferencia cultural, sabía que lo referente a las comidas podía ser un tanto complicado, sin embargo, también estaba consciente que eso también sería parte de la aventura. Tal vez la mejor manera de describir mi desayuno  es a través de esta foto.



Después de un desayuno de campeones y luego de dos tazas de café, el destino era llegar a una parada turística, el punto más alto del sistema de carreteras del país. Un par de fotos, y ahora hacia la primera montaña.



La montaña está justo al lado de la carretera, así que estacionamos y empezamos la caminata, una muy corta y sin ningún tipo de dificultad. A pesar de ser la 9na. Montaña más alta de Filipinas, el llegar a su cumbre solo lleva unos 20 minutos, pues empiezas a caminar muy cerca de la cima. El guía nos dijo que esto sólo era un calentamiento para lo que nos deparaba la siguiente cumbre.



Ya estando en la cumbre, nos tomamos fotos e hicimos un paseo por sus alrededores, para luego empezar el descenso y seguir hacia nuestro destino final sobre ruedas, el campamento base del Tabayoc.

Esta parte del viaje fue algo emocionante, me invitaron a ir en el techo del jeepney, si arriba, con los morrales y la cosa estuvo emocionante… imaginen el viaje por rutas de montaña, de cemento o de tierra en el techo de una camioneta… bueno así fue la cosa.
Finalmente cerca de las 11.00 am del sábado estábamos llegando al campamento base.


Tercera parte, paseo por las lagunas

Luego de montar campamento y almorzar, recibimos una charla por parte de los guardapaparques, la verdad es que no entendí casi nada en lo que refiere al usos de las palabras específicas porque el mensaje fue en idioma local, sin embargo si entendí el mensaje general: cuidar, proteger, no ensuciar, respetar, tener cuidado en las caminatas y actitud positiva. No esperaba menos de esa gente que decide vivir tan cerca de la montañas.

Empezamos nuestra ruta hacia las lagunas y casi al empezar la caminata, la lluvia también nos quiso dar la bienvenida, lo que hizo de la misma un tanto más “divertida”. El frío se apropió del camino, así como el barro y la niebla. A pesar de ello, logramos completar el paseo y conocer las 3 lagunas. De ellas, sólo una es como a lo que estamos acostumbrados, las otras dos en realidad estaban bajo tierra y hacia que caminar “sobre ellas” fuese una experiencia parecida a caminar en aquellas antiguas camas de agua (se me cayó la cédula??? Jejeje).



Unas dos horas después de iniciado el paseo, estábamos de regreso en nuestro campamento base, empapados, con frío y llenos de barro. El ánimo de algunos había decaído, el de otros era la sensación de que la montaña ya nos había dado la bienvenida y el bautizo.



Los guías se dispusieron a hacer la cena y mientras esperábamos, unas tazas de café milagroso aparecieron para calentar los ánimos. Luego del café me puse a preparar mi morral de ataque para la cumbre del día siguiente, y después de eso, a hablar con los guías mientras cocinaban.

Una cena importante, llena de sabores mezclados pero muy sabrosa, fue el cierre de la noche para luego retirarnos a dormir, pues el ataque a la cumbre empezaría a las 4:00 de la mañana.


Cuarta parte, cumbre del Tabayac

A las 3.50 de la mañana siento que me mueven la carpa y aunque lo que sea que me dijeron fue en Tagalog (idioma local) era muy claro el mensaje, hora de despertar. Me levanté, me tome el primer café del día y luego de cepillarme a lidiar con lo que siempre es el peor momento para mí en estos viajes… ponerme la ropa fría/mojada de caminata del día anterior. Para mi suerte el pantalón sólo estaba frío pero bastante seco, a diferencia de las medias y los zapatos.

4:30 am empezaría el ataque a la cumbre, pero primero una oración por parte de los guarda parques. No se si fue una oración católica, a los dioses de la montaña o hacia alguna otra deidad, pero en cualquiera de los casos yo tomé la oportunidad para hacer lo propio bajo mis creencias.



Listos para partir, camino a la montaña con la ruta iluminada por nuestras linternas. Ya a los pocos pasos estábamos llenos de barro de nuevo, lo que era de esperarse después de la lluvia del día anterior. Así fuimos avanzando, paso a paso por un camino que poco a poco se hacía cada vez más empinado. Mi ritmo de caminata no era el que me hubiese encantado tener, pero a pesar del “óxido” seguía a un buen ritmo. Hicimos varias paradas para descansar y reagrupar al disperso grupo durante todo el camino que a medida que avanzábamos también se hacía más claro producto de la salida del sol.


La primera parada importante, la ventana, un lugar en que la boscosa subida dejaba un espacio libre para contemplar la vista a esa altura. Desde allí podíamos ver el campamento base y todo lo que hasta allí habíamos avanzado.



Seguimos adelante hasta que finalmente llegamos a la cumbre (7.30am), una que para mi fue bien particular. A diferencia de otras cumbres, ésta estaba llena de árboles alrededor y de no haber sido por los guías, jamás hubiese imaginado que ya habíamos llegado. Los lugareños crearon en este lugar una rudimentaria escalera para superar la boscosa cumbre y encima de los árboles colocaron una especie de plataforma que permite a los visitantes contemplar la vista desde el punto más alto de esta montaña.






Disfrutamos de la cumbre, de las fotos, de los cuentos del camino, nos llenamos de energía y luego de una hora, empezamos nuestro camino de regreso, el cual fue menos exigente físicamente pero si más delicado pues ahora la bajada, ademas de empinada estaba igual de resbalosa.

En la ventana, ya de regreso, aprovechamos para tomar aliento y descansar un poco antes de seguir el descenso.


A eso de las 10.30am estábamos de regreso al campamento base, listos para descansar y comernos nuestro merecido brunch, para luego levantar campamento y regresar a la ciudad.

Una aventura interesante en donde los elementos comunes y no comunes se mezclaron dentro de la aventura, una experiencia tan parecida a otras cumbres y tan única como cada una de ellas, que me permití disfrutar como parte de esta nueva etapa que ahora vivo y que me recordó que, a pesar de todas las circunstancias, a pesar de lo lejos que se ve la cumbre, a pesar de las diferencias culturales, a pesar de todo, el camino al éxito siempre estará acompañado de retos, pero también de gente amiga que te ayudará a alcanzar la meta que te has trazado.







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