Desde el 2006, un grupo de soñadores empezaron a transformar una idea que tenían, en realidad. La idea era ayudar a esas personas en situaciones de calle a través de un momento agradable durante el mes de diciembre. Una especie de regalo proveniente del mismo Niño Jesús o Santa Claus y que le permitiera a los soñadores, regalar no sólo algo material sino también algo emotivo.
Y así fue como poco a poco estos soñadores convirtieron la idea en una realidad y al grupo de panas en una Fundación con miles de ayudantes… Su nombre Santa en las Calles!
A santa en las calles los conocí apenas hace dos años, en el 2011 y me enteré de ellos por el foro de los panas de MonteroYV. En esa ocasión fue meramente informativo y sólo dos personas del grupo nos fuimos a participar y además de manera separada y personal, Johan por un lado y yo por el mío.
Lo que hice ese año fue recolectar algunas cosas en casa (ropa que no usaba, algunas latas de atún, etc) y pedirle a algunos amigos que hicieran lo mismo y me lo dieran para yo llevarlo en nombre de todos. Y así fue como me lancé para el Colegio Don Bosco y, después de que vaciaron mi camioneta en 20 segundos, la estacioné cerca y me quedé ayudando.
El colegio Don Bosco se convirtió ese día (y se repite una vez al año) en un taller en donde los voluntarios (duendes) pueden elegir alguna de las líneas de producción y ayudar en la clasificación de ropa, hacer sándwich, clasificación de juguetes y embalajes de paquetes. Yo me decidí por la opción que consideraba podía ayudar más y me puse a hacer sándwiches. El momento se me pasó volando no sólo por el ambiente que hay en el sitio sino por la motivación que genera el ver tantas personas a tu alrededor queriendo ayudar sólo por la satisfacción que esto deja.
Ya un poco cansado y luego de tres intensas horas de hacer sándwiches, decidí que culminaba mi labor como duende y me fui cansado pero contento a casa.
Un año más tarde, a finales de octubre del 2012 me llegó un correo de santa en las calles, diciendo que ya estaban empezando los preparativos para el proyecto de ese año. Recibí el correo y me decidí a colaborar más que en el año anterior así que regué la voz desde ese día e incluso transformé mi casa en un mini centro de acopio en donde guardé los donativos de varios amigos y compañeros de trabajo.
Este año estaba dispuesto a convencer, junto con Johan, a la gente de MonteroYV para que colaboráramos pero como grupo y no de manera individual como hicimos en el 2011.
Tuve la suerte de saber que, un gran pana, Leo Colina, estaba en la coordinación de las rutas así que me puse a la orden porque estaba seguro que podría lograr meter a MonteroYV a ayudar ese año.
Y así fue como poco a poco, se fue anotando parte del grupo al proyecto de ayudar a Santa este año. Terminamos siendo en total, 10 camionetas y 14 panas, dispuestos a colaborar en lo que hubiese que hacer.
Nos reunimos todos en el punto de encuentro y a las 7:00 am llegamos en caravana las 10 camionetas repletas de regalos producto de la recolección realizada por cada uno. De ahí al Don Bosco para entregar nuestros regalos (esta vez duraron mucho más de 20 segundos vaciando las camionetas porque las llevábamos repletas). Vaciadas y estacionadas las camionetas, pasamos a la fase de duendes, pues entramos al taller, y luego de una charla informativa, nos pusimos a ayudar. En mi caso, repetí la labor y al notar la montaña de panes esperando por convertirse en sándwiches, sabía a dónde me tocaba.
El grupo se esparció en el taller y cada uno fue escogiendo una labor en la cual ayudar, de vez en cuando nos veíamos, nos saludábamos y aprovechábamos para una foto, pero luego volvíamos a la labor.
Recordé que Leo me había pedido que me anotara en la ruta en la que colaboraríamos y me dijo incluso cuál era la que más se amoldaba al tipo de ayuda que teníamos (10 camionetas totalmente vacías para llevar regalos vs. algunas rutas que no tenían transporte aún o que incluían pasos en donde el rústico era una solución). Seleccionada la ruta e informado todo el equipo, me devolví al departamento de sandwiches
De tanto en tanto me iba al punto de la coordinación de las rutas y revisaba en la lista de las rutas la que nos habíamos anotado para saber a qué hora pasaríamos de ser duendes a renos, para manejar nuestros trineos (las monteros) y llevar los regalos al punto escogido.
Leo me cambió la ruta 3 veces, pero al final, a golpe de 11:30 se concretó la fase de trineos. El punto escogido, el centro nefrológico de Charallave. Hora de buscar las camionetas y entrar al patio de carga y llenar los trineos.
Camionetas llenas, trineos listos y ya era hora de arrancar, pero y Santa??? Cómo podíamos ir a entregar regalos sin un Santa? No tardó mucho en aparecer nuestro Santa. José Solórzano salió disparado a buscar el traje y a uniformarse de tan popular símbolo navideño para entonces, vestido, montarse en su Montero y liderar la caravana. El resto nos acoplamos a la caravana contentos por arrancar nuestra travesía.
De repente suena el teléfono de Gerald, era Leo informando que algunos regalos se habían quedado en el taller y que debíamos regresar. El grupo decidió dividirse, dos camionetas nos devolveríamos a buscar los regalos faltantes y el resto se iría a Maitana a esperarnos para acoplarnos luego. Listo, regalos adicionales en las camionetas y de nuevo en la vía. Lllegamos a Maitana, nos reunimos con el resto del equipo y tomamos la ruta hasta llegar al sitio seleccionado.
Al llegar al centro, empezamos a ubicar dónde estacionar y a sacar las cajas de obsequios y de repente, sucedió… Un niñito vio a Santa y lo gritó, tal vez otros 5 oyeron el llamado y en menos de 1 minuto, Santa estaba en medio de una veintena de niños y nosotros sacando juguetes y comida para regalar. Los padres de los niños nos ayudaron a ordenar un poco la emoción infantil que inmediatamente se transformó en colectiva y, aunque estábamos un poco cansados, las sonrisas se fueron esparciendo a la misma velocidad que los niños se alegraban por ver a Santa.
Pasamos algún tiempo entregando regalos frente al centro nefrológico pero también teníamos que entrar, pues ahora debíamos ayudar a santa a repartir obsequios a los pacientes que estaban recluidos. El momento fue bastante emotivo y el encuentro de emociones se convirtieron poco a poco en risas bañadas con lágrimas al ver la reacción de todos los que recibían sus obsequios, la cara de felicidad porque alguien se acordó de ellos y, a pesar de la difícil situación en la que estaban, una lucecita de alegría cambiaba el ánimo del lugar, de frío y callado a alegre e incluso con algunos gritos (cosa que a las enfermeras no les gustó mucho jejeje).
Una vez terminada la entrega de regalos, dejamos algunos en manos de las enfermeras para los pacientes que irían a este centro el día siguiente y nos metimos en una salita de reuniones en donden nos prepararon una merienda navideña en la que recibimos muchos agradecimientos por la buena misión cumplida.
La satisfacción que se generó en cada uno de nosotros fue casi tan grande como la alegría que transmitimos a cada una de las personas que estaban allí, permitiéndonos volver a Caracas con una sonrisa en el corazón por la buena acción que realizamos
Hoy, dos meses después, al escribir estas palabras, aún me genera una gran satisfacción el haber ayudado de esta manera y que no haya sido sólo yo sino un grupo de personas de MonteroYV que me acompañaron en tan especial travesía. Agradezco a MonteroYV por permitirme haberlos liderado en esta caravana especial y a la gente de santa en las calles por habernos permitido participar en tan especial labor.
Nos vemos en el Don Bosco este Diciembre!