Recién empezaba el año 2005, no había terminado
la primera quincena y ya andaba yo buscando en qué rincón meterme... y como el
que busca encuentra, resulta que llegué a dar con Hugo Pinto y su proyecto
Venezuelax, en aquél tiempo todavía con sede en Caracas.
Hugo nos ofreció algo que nunca había hecho,
algunos lo llaman canyoning, otros wetrappel y otros simplemente cañonismo,
pero el deporte es el mismo (diría Aquiles Nazoa seis nombres distintos y un
solo animal jeje) y consiste en hacer rappel en cascadas de aguas.
Este canyoning nos ofrecieron hacerlo en la quebrada del río Tamaira, sólo a
unas pocas horas de la ciudad de Caracas muy cerca de la playa de pescadores de
Puerto Cruz del estado Vargas, de hecho, el río termina en esa playa.
Y así fue, dejando el abrazo del feliz año a
sólo unos días atrás, me lancé con Jesus, Erik, Domingo y un grupo de amigos de
Domingo a la quebrada. Nos trasladaron en una van hasta el sitio más cercano
que no es más que un sendero a mitad de la carretera que te lleva a Puerto Cruz. Antes
de empezar la caminata, nos entregaron los equipos de seguridad y de rappel y
firmamos el típico papelito en el que aseguras que estás haciendo esto bajo tu
propio riesgo y sabiendo el peligro al que estás expuesto. Es ese papel
que, al leerlo, te hace reflexionar y decir: Qué pensaría mi Mamá de lo que
estoy haciendo?
Papeles firmados y equipos entregados, nos
adentramos sendero adentro durante una media hora por una zona de boscosa y muy
húmeda, así que no faltaron los resbalones de unos cuantos. Media hora después
ya estábamos en el río, justo para disfrutar de este divertido deporte extremo.
Resulta que la aventura va más allá de hacer
canyoning, pues lo que debíamos hacer era recorrer el camino a través del río,
desde donde estábamos hasta la playa. La cuestión puede sonar sencilla, pero
aunque divertido, sencillo no fue. Primero empezamos a caminar a través del río
para llegar a una mini cascada que nos sirvió para practicar rappel o para
enseñar a aquellos que nunca lo habían hecho. Instrucciones superadas,
caminamos otro tramo (por el río por supuesto) para disfrutar del primer rapel
interesante, una cascada de unos 15 o 20 metros.
Después de superar el primer escollo el tramo
se puso divertido, pues empezó a llover y el río agarró algo de fuerza,
haciendo que se generaran unos chorros de agua que servían de toboganes
naturales y que nos ayudaron a revivir alegrías de infancia.
El siguiente reto fue sin equipo, había una
cascada de unos 3 o 4 metros y en esta lo que teníamos que hacer era saltar a
la poza que estaba al final de la cascada, lo que para algunos fue muy fácil
pero para otros no tanto, sin embargo uno a uno fuimos dándonos nuestro chapuzón. Dejado
el miedo atrás y todos mojados llegamos a nuestra siguiente cascada y la diversión
continuaba aunque notábamos que el río tomaba algo mas de fuerza.
La siguiente prueba fue buenísima, esta vez de
nuevo con equipos pero no era rappel sino que nos prepararon una tirolina, que
no es más que colocar la cuerda desde un sitio alto a otro más bajo y guindarnos
a ella pero con una polea y, cual teleférico, en bajada y sin freno, pegar los
gritos por la velocidad, la adrenalina y el miedo combinados en una suerte de
montaña rusa de cuerdas.
Aquí hicimos una parada y nos explicaron que lo
que venía era el tramo final y que todo lo que habíamos hecho era para
prepararnos para este último escollo. A los guías les preocupaba un poco el
nivel del agua (pues seguía lloviendo) así que además debíamos hacerlo un poco
rápido. Por supuesto que si el nivel del agua seguía subiendo, la cascada
tomaría más y más fuerza y podría pasar de ser de divertido a extremadamente
peligroso en cuestión de pocos minutos.
Analizamos el nivel del agua por unos 45
minutos y decidimos seguir, pero previendo que en cualquier momento pudiésemos
cancelar la última bajada. Llegamos a la famosa cascada y nos “pegamos” al
punto de seguridad para asomarnos y ver lo que venía... La vista no era apta
para acrofóbicos… una masa de agua que se deformaba en distintos chorros y caía
con la fuerza característica de una cascada. La fuerza del agua era tal, que para poder
hablar con el resto del equipo teníamos que gritarnos,y aún a veces te preguntabas que dijo Harry, que dijo?
Pues así fue, arrancamos cascada abajo con
tropezones, resbalones, sustos, raspones, monte y hasta piedras que venía
arrastrando el agua. En mi caso, bajé de segundo y la cascada se veía más grande
aún, pues no es lo mismo asomarse y verla que darle la espalda a la cascada y
empezar a descenderla. Las cuerdas se tensan por la fuerza de la cascada y hace
más difícil el descenso pues la gravedad no es suficiente para hacer el rappel,
el agua no sólo hace que el frío sea un enemigo a vencer sino que la fuerza del
agua también es mi rival, las piedras de apoyo son más resbalosas que jabón
haciendo que en algunos momentos me convirtiera en una piñata a la merced de la
fuerza del agua. Pero poco a poco, centímetro a centímetro fui bajando,
buscando la piedra adecuada para el apoyo, el momento adecuado para el descenso
y el lugar adecuado para cruzar la cascada de un lado a otro, así como
superando cada resbalón, cada raspón y cada momento de temor que iba viviendo
mientras seguía mi descenso.
Una vez terminada la odisea de esta última casacada, caminamos unos
pocos metros y nos conseguimos con la playa de Puerto Cruz, donde aprovechamos
ahora si para comer una buena papa(*) bien caliente, compartir y reírnos
de nuestra recién terminada aventura.
Hoy, que escribo este cuento, me doy cuenta que
esta aventura fue muy parecida a lo que es la vida; hay momentos de felicidad,
momentos de euforia y alegría, pero también momentos tensos, de resbalones, de
tropiezos, hasta de angustia y temor, momentos en que todo va en tu contra y
hasta sientes que el mundo se te viene encima y te sientes una piñata a la
deriva. Pero en esos momentos en que más sólo te puedes sentir, son los momentos
en donde te das cuenta que el único que tiene las herramientas para salir de
el problema en que estás metido (y que tu mismo decidiste afrontar la mayoría de las veces) eres tú mismo. Eres tú la persona que logrará, centímetro a centímetro, superar cada escollo.
Fotos tomadas en la Quebrada Tamaira el 08 de
Enero del 2005.
(*) Papa: Termino coloquial que describe una
buena comida.
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