viernes, 12 de agosto de 2016

Un largo Morichal


No bastaba asociar el nombre del río con lo que sería el recorrido, la verdad, había que vivir la experiencia para entonces entender que, aunque el río se llama Morichal Largo por las palmas de moriche que acompañan sus riberas, para nosotros el nombre terminó asociándose no sólo a eso sino al largo recorrido que realizamos durante dos días por este majestuoso de agua dulce.

Estábamos cerca de la fecha de carnavales y no tenía un plan concreto, pero sabía que quería conocer algo nuevo en nuestras tierras. Pregunté a varios amigos y todos estaban más o menos en la misma nota, a la espera que “cayera del cielo” un plan. Decidí entonces poner manos a la obra y conseguir un destino que cumpliera con lo que yo necesitaba: conexión con el país, desconexión de la capital y que fuese un nuevo destino.

Fue entonces cuando me topé con el plan de Aramis, quien me ofrecía un viaje en kayak de dos días y poco más de 50 kilómetros por el río Morichal Largo (estado Monagas), y que finalizaba en la laguna Guasacónica. La cosa pintaba interesante, definitivamente cumplía con lo que estaba buscando, sin embargo la distancia era un factor que me hacía dudar, pues aunque para hacer kayak no se necesita tanta fuerza sino constancia y técnica, pues navegar 25 kilómetros diarios no me parecía una distancia menospreciable. El plan era ir con mi esposa y eso ayudaba, pues aunque tenía que convencerla, el remar en un kayak doble, hace de la distancia un factor menos preocupante, aunque para que así fuera debía asegurar que ella quedara convencida del plan carnavalesco.

Después de entender un poco más del recorrido, quedamos atados a la idea, y nos repetíamos constantemente que estábamos en condiciones de disfrutar el viaje, así que nos decidimos por este maravilloso destino. Así fue como un viernes en la noche salimos de Caracas rumbo a Monagas, y un sábado en la mañana empezamos a navegar el Morichal.

La travesía se hace río abajo, haciendo que la corriente juegue a tu favor y te permita avanzar aún en los momentos en que dejas de remar para sacar la cámara, hablar con el resto del grupo, merendar o lanzarte al río para refrescarte. Durante todo el recorrido pudimos apreciar la belleza del río y las hermosuras que nos regalaban sus riberas.

Completados los primeros 25 kilómetros, hicimos campamento a un lado del río, cocinamos, comimos y recuperamos energía “echando cuentos” durante la noche, sabiendo que al día siguiente nos esperaba otro tramo que tendría una distancia equivalente.

Amanece en Morichal, el olor a café colado me termina de despertar y después de estirarnos la flojera y desayunar, nos montamos en nuestras embarcaciones y seguimos por el río, remando y disfrutando de las sorpresas que nos va regalando el recorrido. El río en algunas partes ensanchaba y en otras estrechaba, jugando con las sensaciones que te transmitía en cada remada, y fue así, como de repente, después de pasar un meandro, apareció este majestuoso Morichal Largo, que así solito y con fondo de cielo, me cautivó y me regaló la oportunidad de capturarlo...