Durante el año 2009 tuve la suerte de visitar
Paria 2 veces. La primera vez fue en semana santa y la combinación fue
perfecta, no había planes para la semana, recién me entregaban la kimoneta (la
misma del cuento de la piedra del elefante), nadie se quiso unir a nuestra
aventura así que terminó siendo un viaje de pareja, y hasta pudimos observar el
desove de una tortuga marina. La verdad
es que ese viaje fue un espectáculo y hay tantas fotos que no sé cuál escoger
para echarles ese cuento.
La segunda vez que visité Paria ese año fue
para el puente del 01 de Mayo y el viaje se planificó tal y como casi siempre
se planifica: y qué vamos a hacer en el puente? Como el dinero no sobraba (por
qué nunca nos sobra?) y además queríamos evitar el gentío en las playas, se nos
ocurrió la brillante idea de lanzarnos para Puy-Puy. Si les sonó lo de la idea
brillante un tanto irónico, si, lo fue… Aquellas personas que han ido a Paria
saben cuánto hay que recorrer de Caracas a Puy-Puy un viernes para devolverse
un domingo.
Pues arrancamos en dos carros, Henry que se
lanzó con su familia en su Montero y Erik se vino con nosotros en la kimoneta.
Llegamos a Puy-Puy directo, montamos carpa, cenamos, abrimos las bebidas
espirituosas, echamos cuentos y a dormir.
El día sábado pasó de lo mejor, un típico día
de playa en esa belleza de Sucre, con un cielo azul y un sol sólo para nosotros.
Las frías acompañaron todo el día y a eso de las 4 de la tarde montamos lo que
esperábamos todos…. Una parrilla a leña y a orilla de playa. Como queríamos
darle variedad al asunto, en el camino habíamos comprado chorizos carupaneros y
chorizos de Río Caribe. Según cada vendedor, los chorizos de su tierra son
mejores que el de los vecinos, así que compramos de ambos lugares con la finalidad
de sacar nuestras propias conclusiones.
Finalmente la parrilla satisfizo el hambre
acumulada y una vez terminada la cena, pasamos a la acostumbrada ronda de
cuentos. Poco a poco cada uno fue vencido por el sueño hasta que me quedé sólo
un rato frente a la playa. De seguro, la parrilla fue ese momento que todos
esperábamos, sin embargo yo esperaba este
otro, acompañado sólo con la luz de la noche y el sonido del oleaje del Caribe.
Son estos los momentos que me permiten callar la mente y sólo sentir lo que pasa
a mi alrededor para disfrutarlo a través de mis sentidos. Una oportunidad de oro que procuro no
desperdiciar en mis encuentros con la
naturaleza.
Minutos más tarde, el sueño llegó y me tocó levantarme
para ir a la carpa. Cerré la noche, como cualquier otro campista lo haría,
cerrando el cierre de la carpa, pero además con la sonrisa que te deja el haber
tenido la dicha de haber vivido este momento de amigos, novia, playa, parrilla
y meditación.
Foto tomada en Puy-Puy en el puente del 01 de
Mayo del 2009 con Gerald, Erik y mi persona entre la oscuridad y la parrilla.
P.S:
Aunque pregunten a cualquiera de los que fuimos, ninguno podrá decirles cuál de
los pueblos ganó en la producción de chorizos parrilleros
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