Eran las 6.30 am
del 01 de Noviembre y la mayoría de los miembros de MYV que irían a cantarle
cumpleaños al grupo estaban en el punto de reunión, realizando las
acostumbradas compras nerviosas de lo que se había quedado en casa olvidado. En
ese sitio se validó el orden de la caravana y nos dispusimos a partir a la
siguiente parada, que aunque también se convertía en punto de reunión para los
miembros que venían de Guatire/Guarenas, también tenía la importante misión de
alimentarnos.
Completado el objetivo
de la segunda parada (barriguitas llenas), partimos a nuestro destino, con una
caravana de 12 vehículos y una muy buena sincronía entre líder y cola para asegurar
que durante nuestra ruta pudiésemos sentirnos parte de un grupo en el que cada
uno de los que estaba delante de otro, servía de ojos para el siguiente, y cada
uno de los que estaba detrás de otro, servía de protección a la hora de
cambiarnos de canal y/o adelantar a algún vehículo. Esta sincronía se mantuvo
hasta nuestra llegada a la locación para la celebración de nuestro aniversario
(Canopy Aventura).
Al llegar, nos
instalamos en la zona de campamento, algunos nos estacionamos sin orden
específico, otros pasaron un buen rato cuadrando una especie de techo común
entre los toldos que cada vehículo tenía. La verdad es que la idea tenía
sentido, pues todo el grupo disfrutaría de una sombra interesante, pero creo
que más fue la echadera de broma en el intento de cuadrar los toldos que los
beneficios de la sombra… al final salimos todos de la zona de campamento a
disfrutar de lo que nos deparaba el día.
La aventura
empezaba por la seguridad, por lo que todos pasamos a recoger nuestros
equipos (arnés, mosquetón simple,
mosquetón de seguridad, casco y polea). Implementos colocados y fotos grupales
tomadas, ya era hora de partir a la primera “tirolina”, una lo suficientemente
corta como para ir adaptándonos a la actividad del día y lo suficientemente
larga como para disfrutarla después del primer shot de adrenalina.
Al finalizar
esta primera, la segunda tirolina venía de inmediato, un poco más corta pero
igual de divertida. Nos bajamos de esta
torre, caminamos un trecho corto y se aparecían frente a nosotros dos cosas,
una torre y un puente.
Al principio no
era claro cómo era la ruta pero todo fue despejado bastante rápido… El primer
escollo era la torre. Había que subirla por una escalera, conectarnos a una
cuerda y hacer el “salto de tarzán”, una especie de péndulo por el que sólo
algunos del grupo pasaron (era opcional). Este salto tenía dos momentos
importantes, el primero, el más intenso, el salto en sí, el segundo, la
recepción al final del salto por uno de los perros del lugar que, al ver lo
mucho que nos divertíamos, mostraba sus celos ladrándote e intentando que no
siguieras penduleando, intentando agarrarte con un mordisco. Hubo otros que muy
calladitos que decidieron esquivar el péndulo, montándose en el puente que los
conectaba con el siguiente punto de la ruta (aunque hubo uno en particular que
llegó a la torre y al ver la cosa desde arriba prefirió “arrugar” [por motivos
de evitar chalequeo, nos reservamos el nombre del Chino que se arrepintió]).
Escollo superado, hora de montarnos en el puente que iba desde el piso hasta la punta de una Ceiba, en donde estaba la otra torre de despegue a la siguiente tirolina (la 3era del día). Mucho más larga que las otras dos, esta nos permitía atravesar la laguna del viento y llegar al punto en donde creíamos que terminaban las actividades de la mañana, pero no... No contábamos con que a la lista se le incluirían unos puentes dignos de cualquiera de estos espectáculos de TV tipo gladiadores americanos, con la diferencia que no nos ganaríamos ningún premio en metálico, no teníamos ningunos gladiadores en el grupo y el hambre y los mosquitos se convertían paso a paso en nuestros peores enemigos, pero lo logramos, superamos los benditos puentes y ahora si, a comer, para luego descansar o al menos así creíamos que sería… Uno de los guías se nos acercó pocos minutos después de empezar nuestro almuerzo para decirnos que en media hora continuábamos con las actividades de la tarde.
Escollo superado, hora de montarnos en el puente que iba desde el piso hasta la punta de una Ceiba, en donde estaba la otra torre de despegue a la siguiente tirolina (la 3era del día). Mucho más larga que las otras dos, esta nos permitía atravesar la laguna del viento y llegar al punto en donde creíamos que terminaban las actividades de la mañana, pero no... No contábamos con que a la lista se le incluirían unos puentes dignos de cualquiera de estos espectáculos de TV tipo gladiadores americanos, con la diferencia que no nos ganaríamos ningún premio en metálico, no teníamos ningunos gladiadores en el grupo y el hambre y los mosquitos se convertían paso a paso en nuestros peores enemigos, pero lo logramos, superamos los benditos puentes y ahora si, a comer, para luego descansar o al menos así creíamos que sería… Uno de los guías se nos acercó pocos minutos después de empezar nuestro almuerzo para decirnos que en media hora continuábamos con las actividades de la tarde.
Almorzados y con
más cansancio que ganas, nos dividimos, un grupo empezaría con otra tirolina
que iba por encima de la laguna, tanto de ida como de vuelta, y entre ellas una
inmensa escalera con la que no contábamos.
El otro grupo
haría otras dos tirolinas que iban hacia una ceiba increíble, ida y vuelta, con
un paso de escalada entre ellas que para algunos fue pan comido y para otros
algo nada fácil.
Rotados los
grupos y terminadas las actividades, finalmente, nos reunimos en la zona de
camping a echarnos un baño para sofocar el calor, y aunque no fue tan efectivo,
al menos no refrescamos por unos minutos. Mesas, sillas, platanitos, doritos,
repelentes, hidratación y el contar las experiencias de cada uno, sirvieron de
refugio al cansancio y abrieron los espacios para un gran compartir, que
terminó en cuentos, chalequeo y parrillita.
El plan era
mantenernos con ese ánimo de compartir hasta la media noche para cantarle el
cumpleaños al grupo pero que va, los mosquitos y el cansancio hacían de las
suyas y adelantamos la cosa… Menos mal que nadie grabó el canto de cumpleaños
porque sonaba más a pena que a celebración de lo cansado que estábamos, pero lo
hicimos, le cantamos el cumple al grupo y le picamos su tortica para celebrar
que ya son 8 los años que cumple este valioso grupo.
Un aniversario
más que cumple MonteroYV, con su altos y sus no tanto, pero definitivamente con una constante vista
hacia adelante, con escollos que atravesar, algunos evitables y otros no,
algunos pasos difíciles y otros no tanto, algunos momentos de cansancio que
parecen arroparnos pero que producto de la constancia de algunos y el ánimo de
los otros, el grupo sigue y atraviesa los puentes del destino, en busca de sus
propios objetivos. Así como lo hicimos esa noche, MonteroYV puede ver hacia
atrás y darse cuenta de todas las “tirolinas” que ha atravesado y ha compartido
en grupo de cada una de esas experiencias y de lo que aprendimos de ella, pero
no se quedará allí, levantará campamento y seguirá en su ruta hacia sus otros
objetivos, con la experiencia acoplada, con el aprendizaje sirviendo punto de
apoyo, con la constancia como fuerza de 4x4, y con su gente, esa que nos hace un
grupo, presente y ayudando a salir de cada trilla que se presenta en el camino,
entendiendo que el objetivo no es la meta, sino el aprendizaje que ganamos y el
compartir que realizamos en la búsqueda de ella.
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