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lunes, 23 de mayo de 2016

La burbuja y el Roraima

Hace poco en una conversación virtual con algunos amigos, me hicieron un comentario que me dejó pensativo. En aquella ocasión estaba yo empeñado (y sigo estándolo) en ver las cosas positivas del país e invitaba a dejar de quejarnos y ponernos a hacer, para poder cambiar el país desde nuestro propio cambio como ciudadanos. En esa conversación, alguno de mis amigos me dijo algo así como, Kimo, el tema es que tú estás en una burbuja y por eso no entiendes.

El comentario me llamó muchísimo a reflexión, pues mi interpretación de ese comentario es algo como: Estás tan alejado de la realidad y tan protegido y encerrado en tu forma de ver las cosas (tu burbuja), que no entiendes lo que los demás padecemos. Esos comentarios y un poco de reflexión acerca del tema es lo que produjo esta historia, y aunque fue el motivador, no prometo "dar en el clavo" con una explicación. Espero que igual te atrevas a recorrer este camino y aprendas de él al leerlo, tanto como yo al escribirlo.

En el año 1992, llegó un nuevo Dirigente al grupo Scout y él, en conjunto con los ya existentes se propusieron el proyecto de llevarnos a una gran aventura, conocer el Roraima. Para aquél entonces yo, un muchachito que había visto los tepuyes desde la distancia en mis viajes familiares a la Gran Sabana y de cerca por cortesía del emblemático programa Expedición, me emocioné muchísimo ante la posibilidad de poder conocer tan majestuoso monumento con mis propios ojos. La fecha propuesta era en el verano de 1993.

Se definieron, según recuerdo, al menos dos cosas que regularían quiénes del grupo estaban en capacidad de ir, la primera, la edad, que en mi caso estaba en el límite de la mínima, la otra era aprobar un examen físico de resistencia definido por los dirigentes.

La prueba física la logré con éxito y la segunda, pues después de un interesante trabajo de convencimiento a dirigentes y a mis padres, ayudado con la asistencia al viaje de padres de otros amigos, también la logré superar. El otro reto subsecuente y que no era tan obvio para mí al principio,  era comprar todos los implementos que para este viaje necesitaría, pues como scout ya tenía algunos, pero otros aún no.

En aquella época recuerdo que tenía un morral (pickers, el del gusanito) con armazón de aluminio externo, muy típico de aquella época (además de típico era bastante incómodo), un sleeping de mucho volumen, que ocupaba gran parte de mi mochila, y así como esos dos utensilios, podría comentar todos los que tenía y que tal vez por desconocimiento y/o falta de presupuesto, no eran los más idóneos para esta aventura, pero eran los que tenía y eran los que llevaría.

Adicional a los utensilios personales, debíamos agregar en cada morral, los utensilios colectivos (carpa, comida, implementos de cocina, bombonas de combustible para cocinar, agua, etc), haciendo que el peso del morral siguiera aumentando.

El viaje fue casi un desastre, el primer día ya había gente del grupo que tenía ampollas y que su paso se reducía a medida que avanzábamos. El cansancio de algunos era tal que al llegar al lugar del primer campamento (río Tek) sólo pensaban en ir a la carpa sin siquiera cenar. A pesar de todo eso, logramos sobrevivir a la primera noche y al amanecer, prepararnos para seguir el camino hacia la cima. Dado que dejamos nuestros zapatos fuera de la carpa (novatada), estaban todos mojados y así había que ponérselos (a pesar del frío) para seguir caminando. Para reducir el peso, recuerdo que escondimos la comida del regreso en algunos árboles de este campamento para no tener que llevarlo a cuestas durante todo el viaje.

Este segundo día sería un recorrido largo y fuerte (más que el primer día), ya que sería en el que caminaríamos siempre ascendiendo. Nuestro avance se redujo considerablemente. Una persona de nuestro grupo se empezó a sentir muy mal y para poder ayudarla decidimos montar su morral encima del morral más liviano y hacer un mega morral (dos morrales amarrados) que debíamos rotar entre el resto de nosotros, significando que el cansancio del resto se multiplicara de manera evidente cada vez que te tocaba llevar el peso adicional.

Por esta y otras razones, el pronóstico de la hora de llegada a la cima, había quedado muy atrás. Llegamos al campamento base como a las 4 de la tarde y aún faltaba ascender a la cima, lo que significó avanzar de noche. Subiendo nos llovió y debido a que las linternas que teníamos no eran de las mejores (la gran mayoría llevamos esas linternas chinas metálicas plateadas, las recuerdas?) algunas fallaron debido a que les entró agua. Esto hizo que dudáramos del camino y la decisión de algunos había sido quedarnos en donde nos agarró la noche para seguir al día siguiente, a lo que sólo una inmensa minoría nos rehusamos y decidimos intentar llegar a la cima sin morrales para avisar al resto del grupo y obtener ayuda desde los que ya estaban allá arriba. Yo no sé cual fue el motivador, si los pedacitos de chocolate, la adrenalina, el temor de pasar la noche al lado de una cascada que ni veía o el caminar sin morral, lo que sí es cierto es que algo de eso (o todo) me permitió unirme a esta idea loca de llegar a la cima lucubrando el camino con una sola linterna para 3 chamines y la verdad fue que lo logramos. Así convencimos al resto de que debíamos seguir subiendo. Una vez que llegamos a la cima, lo peor del viaje había quedado atrás, conocer el tepuy fue maravilloso, y el camino de regreso fue mucho menos traumático de lo que fue la subida. El esfuerzo había valido la pena, a pesar de las dificultades.

Años más tarde, en el 2003, se presentó la oportunidad de ir con un nuevo grupo (más o menos igual de grande) al Roraima, y a esta invitación volví a decir que sí. Estaba seguro que el esfuerzo volvía a valer la pena y que sin duda, me prepararía mejor para disfrutar este ascenso y no pasar por los acontecimientos de mi primera vez. Entrenamos, creo que incluso más duro que la vez anterior, esta vez sin dirigentes que te obligaran a hacerlo, ya éramos “adultos” y cada quién debía ser responsable por su propio entrenamiento y condiciones. Durante todo ese tiempo desde el primer ascenso a mis 14 años hasta ese momento del 2003, había invertido poco a poco en un mejor morral, en un mejor sleeping, en artículos de camping que ocuparan menos espacio y pesaran menos, en fin a recolectar durante mi camino, mejores herramientas que asumía me ayudarían de mejor manera, y pesarían menos en mi camino al Roraima.

En este grupo el plan de ascenso no era de 2 días sino de 3, algo que consideraba más racional que lo vivido la primera vez. A pesar de que el grupo era de muchas personas, se subdividió en grupos de 7, y en este subgrupo, 4 éramos grandes amigos, lo que nos daba “mayoría” en caso que algo necesitara someterse a votación. Era algo que asumíamos como una ventaja, sobre todo porque este grupo que organizó el evento, era de la UCV, y nosotros éramos los únicos 4 de la USB.

El viaje empezó y los problemas no se hicieron esperar, la llegada al primer campamento tuvo actitudes parecidas a las del primer viaje. Gente adolorida, entumecida, cansada, sin ganas de cocinar, bajo una lluvia que poco ayudaba a hacer lo que debía hacerse en el campamento. Pero el hambre abordó y logramos convencer a parte del equipo a que debíamos cocinar, y así lo hicimos. El frío no ayudaba pero el calor producido por la cocinilla nos mantenía juntos y hasta con un poco de humor. La cena estuvo lista, y justo antes de servir, la olla cayó y la cena se derramó por el piso. Recogimos como pudimos, al hambre poco le importó la “higiene”, y cubiertos en mano, nos dispusimos a comer (creería que devorar es una palabra más acorde). No creo que la tierra haya aportado sabor a la comida pero esa cena estaba de Dioses y luego de tremendo plato de comida, a descansar para recobrar fuerzas para los días siguientes.

El segundo día fue fuerte, nuevamente el peralte del terreno siempre en ascenso hizo de las suyas y nos consumió mucha energía. Además en esta parte del trayecto, habían pocas tomas de agua, haciendo que prácticamente el agua que tenías al principio de la caminata era la que debías rendir durante toda la jornada, y a diferencia de la noche anterior, el sol había aparecido de manera inclemente para alejar las nubes y la lluvia (es impresionante pero cuando tienes el agua limitada, la sensación de sed es más frecuente y tu consumo mayor, haciendo que el agua sea una preocupación adicional).

Llegamos al campamento base siendo casi los primeros en arribar. A pesar del cansancio y de la sed, veníamos con algo de buen humor, y creo que eso nos hacía tener una aparente mejor condición que el resto del grupo.

El tercer día fue el ascenso a la cima, un trayecto que recuerdo sin muchas conversaciones pero si con varias paradas para tomar aliento, fotografías y recordar lo difícil que se veía este viaje meses atrás cuando siquiera soñábamos con él y que ahora era una realidad que estábamos viviendo. El buen humor seguía siendo un común denominador y definitivamente otra de las herramientas que teníamos “en el morral” y no sabíamos.

Llegamos a la cima relativamente rápido y sin ninguna situación traumática. Al contrario del primer viaje, fue un ascenso en el que no “pasamos roncha” y que pudimos disfrutar hasta dándonos el lujo de contar chistes y alentar al resto del grupo a que siguiéramos adelante.

Foto en la cima del Roraima

Al igual que en el viaje anterior, el resto de la aventura fue en descenso, es decir, lo más difícil había quedado atrás y el resto fue más disfrute que esfuerzo.

No puedo dejar de pensar en cómo, ante un mismo Roraima, los recuerdos de los ascensos son tan distintos. Seguro que hay muchas razones para que así fueran, tal vez incluso cosas como la edad pudieron influenciar incluso en mis recuerdos, sin embargo, creo que hay otras razones que de alguna manera marcan la diferencia:
  • La experiencia: A pesar que era el único de los 4 de mi grupo que subía por segunda vez, tal vez el saber lo que no quería que se repitiera de mi experiencia previa, me ayudó y acompañó durante todo este viaje, probablemente desde el mismo momento que empecé a entrenar.
  • Utensilios más acordes al viaje: Hay un equilibrio importante a la hora de armarte para este tipo de viajes y que creo que debemos aprender a respetar. Mientras más utensilios y herramientas lleves contigo, es probable que estés mejor preparado para cada acontecimiento, sin embargo nunca debes olvidar que todo eso que quieres llevar, estará siendo cargado por tus propios hombros, así que es fundamental no excederte en peso. Mantener ese equilibrio es fundamental, pues:
    • Si vas con poco peso o sin peso (pocas herramientas): es como estar en el polo norte y decidir salir en short y franela a recorrerlo. Simplemente te congelarás.
    • Si vas con demasiado peso (demasiadas herramientas): es como estar en el polo norte y salir a recorrerlo con un trineo lleno de cosas y ningún perro de tiro que ayude en la laboriosa tarea de trasladar este equipaje. Simplemente no podrás avanzar.
  • La actitud: Ese toque de buen humor y chistes malos que acompañaban las paradas que hacíamos para recuperar aliento, ese optimismo que jamás decía que fuese fácil llegar pero siempre nos decía que era posible que lo hiciéramos, esa seguridad de que llegaríamos y no sólo llegaríamos sino que llegaríamos bien a la cima, esa actitud de tener presente que el objetivo era alcanzable pero sólo trabajando en pro de él es que lo alcanzaríamos, fue un factor decisivo para que en el segundo ascenso fuera tan marcadamente distinto al primero. 
  • La amistad: El haber subido esta vez con otras 3 personas que no sólo eran mis amigos sino que además, teníamos el mismo interés de que todos llegáramos a la meta, (incluso resolviendo el problema económico que significaba para nuestros bolsillos), el ayudarnos a terminar de montarnos el morral al hombro porque quedó algo mal puesto, el revisar el peso de cada morral después de cada campamento para volver a balancearlos en función de las capacidades de cada uno, el tomarnos en serio el tener que liderar al grupo de 7 aún y cuando nosotros éramos los extraños, fue uno de los recursos que se sumó al resto para marcar la diferencia. Aunque la amistad y los amigos no son imprescindibles para llegar a la cima, el que puedas contar con ellos de forma presente, hace que la experiencia no sólo sea más valiosa, sino definitivamente menos difícil. Es probable que sea difícil que ayudes a cargar el peso que otra persona no puede llevar, pero es muy distinto cuando el que no lo puede llevar es tu amigo.

Y ahora la pregunta es: y que tiene todo esto que ver con el tema de la burbuja? Pues, no sé, yo tampoco tengo ni idea jajaja… Mentira, la verdad es que al principio de mi escritura, pensaba que podría ser obvia la relación pero luego de leerlo, no me parece ni obvia la relación, ni trivial la respuesta:

En ninguno de los dos ascensos creo haber estado desconectado de la realidad que subir al Roraima sería una tarea difícil, en ninguno de los ascensos perdí el norte de cuál era el objetivo (aunque casi perdimos el camino la primera vez), pero lo que sí es seguro es que en el segundo ascenso estaba mejor preparado para lograrlo. Físicamente había entrenado mejor, mi morral era mejor, mi sleeping era mejor, mi actitud era mejor, en fin, las herramientas con las que subí la segunda vez, tanto las internas como las externas, eran mucho mejores que las de mi primera vez y esto marcó una diferencia importante entre ambas experiencias y sus resultados: en la primera, “pasé roncha”, en la segunda, disfruté el viaje, no sólo la cima. Supongo que estas mejores herramientas no me desconectaron de la realidad, sólo me permitieron estar mejor preparado para vivirla.

Una burbuja desde lo que entiendo como una crítica, nos aísla y no nos permite entender y comprender la realidad a nuestro alrededor. Tener herramientas, cada vez mejores, nos ayuda a vivir la vida con una mejor preparación para afrontar lo que en ella suceda. Ahora bien en qué momento una herramienta se vuelve parte de la coraza de una burbuja? Ese es el dilema: Si decidiera que mi próxima subida al Roraima fuese en helicóptero, en este caso, de seguro el helicóptero podría verse como una herramienta para algunos y como una burbuja para otros (al usar un helicóptero, no tienes que acampar, no tienes que caminar, no tienes que cargar el morral por días, etc). Entonces, es el helicóptero una herramienta para subir el Roraima? O es una burbuja que me abstrae de la realidad de subir el Roraima? Y creo que esto no es una respuesta binaria simple, no es fácil discernir entre si es una herramienta o una burbuja, pero creo que la aproximación a dar una respuesta es que el helicóptero siempre será visto como ambas cosas, y dependerá de quién lo está viendo. El helicóptero puede ser visto como una herramienta para aquél que lo usa, pues a través de éste, logra el objetivo propuesto que es conocer la cima del Roraima. Seguro su esfuerzo físico es mucho menor pero su esfuerzo económico mucho mayor que para aquél que, como yo, se fue caminando hasta la cima (o un esfuerzo de mucha mayor preparación en caso de querer ser el piloto del helicóptero).

Para un caminante, el que otro haya subido en helicóptero puede ser visto como un “abuso”, como una forma irreal de conocer el Roraima, como un “atajo” como una forma “tramposa” de conocer la cima, en fin, como una burbuja que le permite volar por encima de la "relidad de subir al Roraima". Para un piloto, tal vez es una de las mayores aventuras poder aterrizar sobre un tepuy, poder pelear contra el clima, los vientos y la nubosidad del tepuy, poder lidiar con la cantidad de combustible y asegurar un retorno seguro. Para un turista, tal vez de edad avanzada y/o con dificultades para caminar, puede ser el helicóptero, casi la única forma de alcanzar esa cima, así le cueste los ahorros de toda su vida…  El caminante, el piloto y el turista lograron su objetivo, cada uno a su manera, cada uno con las herramientas que tenía a la mano y con las que su vida y su experiencia le han permitido tener, herramientas que trabajaron, que se esforzaron por conseguir y que hoy tienen a la mano, entonces, cuál herramienta es más valiosa? cuál cima es más significativa? Cuál es más verdadera? Cuál de ellas no es la cima del Roraima?

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